Transferencias de renta pública al ineficaz sector privado… ¿Saqueo?

23-12-2011

Está de moda decir que hay que racionalizar y adelgazar el sector público. Que Papá Estado es ineficaz y mastodóntico y que sus empleados son unos vagos, incapaces y sobreprotegidos. Bueno, que yo sepa, es una moda que dura unos 20 años o tal vez más.
Ahora bien, esta afirmación resulta cuando menos sorprendente si se toman en consideración una serie de datos y hechos totalmente constatados. Primero, la deuda contraída en España por el sector privado (incluso si de él desgajamos a las familias) es muy superior a la del sector público, algo realmente chocante dado que en los últimos diez años el Estado ha vendido al sector privado sus mejores y más sanas empresas y hasta planeaba entregar al sector privado la muy rentable “Loterías y Apuestas”. ¿Transferencia de rentas?
Pues bien, en la mayor parte de las ocasiones la transferencia de las mejores sociedades públicas a los oligopolios privados no ha llevado a que el endeudamiento privado se atenuase. ¿Para qué preocuparse del endeudamiento? En realidad, los directivos y accionistas mayoritarios siempre ganan mucho dinero, incluso tratándose de sociedades que acaban en situación concursal. Los beneficios siempre van a bolsillos privados; las deudas, por contra, son de la S.A. y no afectan al patrimonio familiar de sus integrantes. Más bien al contrario, llega a suceder que a veces los acreedores prioritarios, los que sí veran la pasta del concurso de acreedores, son socios o los mismos propietarios de la empresa.
Y entonces es cuando llega el pufo. El banco queda enbarrancado y traslada su petición de ayuda al sector público. Nueva transferencia de rentas. Y la administración, ahogada por la cantidad de necesidades privadas por atender, acaba por estrujar a sus empleados o alzar vertiginosamente el coste de los servicios que presta en lo que supone una nueva transferencia de renta de lo público a lo privado.
Otro caso: los aeropuertos, carreteras, auditorios, etc. que están destinados a ser meros decorados inservibles y que han costado un fortunón al erario público, una cantidad que ha sido transferida directamente a consejos de accionistas de constructoras privadísimas que, encima, ahora son el principal problema de impago para los bancos, o sea, para el estado, que “no puede permitir la quiebra de las entidades financieras”.
No recuerdo de memoria el nombre, pero pronto podremos ver por televisión un reportaje titulado algo así como Historia de un saqueo, que nos resumirá los principales casos de transferencia de dinero público a manos privadas a costa de unas infraestructuras faraónicas y absolutamente inútiles, como son las autopistas de peaje de Madrid, aeropuertos como los de Burgos, Huesca, Castellón o Lleida, autovías por donde no circula nadie, etc.
Llegado este punto, también debo puntualizar que cuando el político de turno no obra en favor en interés de las sociedades privadas (y suyo propio) siempre encuentra alguna manera de “transferir” el dinero público a su bolsillo, léase sino uno de tantos ejemplos: “Colosal saqueo de dinero público” (El País, 27-11-12).
Para aquéllos que todavía no lo entienden: con el euro por receta médica, la administración aligera gastos en servicios que deja de prestar en parte y, sin embargo, transfiere renta al sector privado, por ejemplo, dejando de tributar por el impuesto de sucesiones en Cataluña. Y se trata del mismo montante, más o menos.
O más fácil todavía. subiendo un 17% la tarjeta integrada del transporte público, la Generalitat ahorra unos recursos que puede dedicar a no incrementar ni la cuarta parte los túneles de peaje de Vallvidrera. Nueva transferencia, ahora del transporte público al transporte privado.
¡Cómo para decir que el sector privado no es eficaz! Es eficacísimo, sobre todo a la hora de esquilmar el bote de la administración y de demandar créditos estratosféricos para su funcionamiento. Porque, ahora que el BCE se ha decidido por una inyección masiva de crédito con la triquiñuela de la barra libre a los bancos, muchos sueñan con volver a activar la economía a base de apalancamientos bestiales que, si todo va muy bien, producen un 1 o un 2% de margen que va a cuentas privadas; pero si algo se tuerce, se pierde el 20 o el 30% de una tacada y la empresa genera un agujero monumental mientras sus directivos ya se han preparado una salida “de emergencia” sin coste alguno para ellos.
Y lo de los bancos, acudiendo al BCE a por billetes al 0,5% mientras ellos compran deuda que los estados les pagarán mucho más cara pero nuevamente con papel respaldado por el vacío público absoluto, ¿no es eso transferencia directa de renta pública al sector privado? ¡Ah, y no se les olvide de crear un banco malo! Público, por supuesto…
Pagar deuda acuñando una nueva y mayor deuda y así hasta la entropía. Miren, se me antoja que es una definición bastante válida de lo que es y será el capitalismo del siglo XXI.
Repitan conmigo una y otra vez: ¡Hay que aligerar la administración! ¡Viva la iniciativa privada!

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