¡ERE de políticos, ya!

mayo 2012

En mi último post, el artículo de Juan José Millás describe fidedignamente el proceso de demolición del Estado y su sustitución por un conchabeo neoliberal de los de siempre, hecho que nos lleva a una gran merma en las libertades y derechos de los ciudadanos de a pie.
Paralelamente, otro autor que sigo a menudo, Josep Martí Font, acierta también, a mi modo de ver, en el diagnóstico de una sociedad menguante en lo económico y social:  ” Se van a dar las condiciones para la creación de centenares de miles de nuevos puestos de trabajo,  con salarios medios de 600 a 700 euros / mes  y una  gran reducción  de los “pasivos virtuales” que representan las futuribles indemnizaciones por despido.Estamos ante el cambio socio-económico más trascendente y brusco, por su brevedad temporal, que ha vivido España en los cerca de 40 años de democracia.”
Lean el artículo, lo merece: http://blogs-lectores.lavanguardia.com/capitalismoenevolucion/spain-will-be-a-great-business-again-%C2%A1espana-volvera-a-ser-un-gran-negocio/#comments
Por desgracia, todo esto presenta muchos visos de convertirse en una realidad inmediata y, lo que es peor, irreversible.
Pues bien; en un ejercicio de realismo cruel, aceptando que “esto es lo que hay”, me pregunto a qué estamos esperando para pedir, manifestarnos y clamar por un ERE de políticos. Y no me refiero sólo a echar representantes públicos a patadas de las diputaciones, senado o parlamentos de cuchufleta, clausurar instituciones carpetovetónicas, desmontar jerarquías  mefíticas y decimonónicas, desinfestar las administraciones de cargos puestos a dedo, prohibir amiguismos, partidismos, cuñadismos y nepotismos varios… Todo esto no sería  más un ejercicio de sentido común.
Lo que propongo es ir más allá. Estamos viendo como la economía mengua y la sociedad rebaja sus estándares de vida, viendo recortados los pocos derechos laborales que permitía una situación de paro y subempleo crónicos. Por tanto, si este país aspira a un mínimo de justicia y eficiencia social, los políticos -los que quedasen después del gran ERE necesario- deberían sufrir una monumental rebaja de salarios y demás prestaciones. Una ley adhoc, de las que ahora se estilan, tendría que privarles de todo tipo de jubilación diferente a la de los demás trabajadores, ya sean públicos o privados. Y, por supuesto, en el momento de su cese en las funciones políticas, jamás de los jamases deberían recalar en empresas que hayan sido afectadas por sus decisiones políticas. Estoy hablando básicamente de temas reguladores en los grandes oligopolios; supongo que se me entiende.
Habrá quien objete que, en tales condiciones, podríamos quedarnos sin políticos de valía. Yo más bien pienso que de eso se encarga la democracia partitocrática y las leyes de financiación que, sistemáticamente, sitúan a los grandes partidos en la primera línea de salida, muy por delante de las opciones políticas que no medran en las instituciones y que no se ven beneficiadas por un reparto insultante de los fondos públicos para su financiación. De este modo, cualquiera que aspire a gobernar debe dejar que sus ideas sean fagocitadas por el marketing electoral de los grandes partidos. Ni que decir tiene que entonces no hay posibilidad de excelencia en la política.
Y por fin, la gran pregunta: ¿cómo vamos a lograr que los políticos se sometan a todo eso?
Dejo parte de la respuesta para otro artículo. Serán bienvenidas las sugerencias…

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