Elija usted: ¿coche o mascota? (no siempre los mayores culpables son los demás)

Hace ya más de una década, cuando buena parte de la sociedad fue consciente del problema del cambio climático, muchos estudios científicos empezaron a responsabilizar también a las mascotas como una de las fuentes de emisiones y consumo de recursos que más incidían en el calentamiento global.

Creíamos que se habían repartido todas las culpas: el transporte era el responsable de una cuarta parte de las emisiones de gases con efecto invernadero, la industria y la generación de energía sumaban alrededor de un 50% y la otra cuarta parte era responsabilidad de la agricultura y otras varias actividades humanas.






Pero ahora sabemos que alimentar a nuestras mascotas, sobre todo perros y gatos, conlleva un perjuicio medioambiental posiblemente de la misma magnitud que la los medios de transporte más contaminantes. Así pues, un perro de 10 kg origina las mismas emisiones anuales que un ciudadano de un país medianamente desarrollado, como por ejemplo Brasil o Colombia.

Para ilustrarlo con otras analogías, en América del Norte y Europa principalmente, las emisiones totales de las mascotas suponen el 30% de las emisiones de las de sus ciudadanos o el equivalente a las de 50 millones de automóviles. Y, en España, el gasto medio anual que supone la manutención de un perro va de los 1000 a los 2000 euros, según el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente, mientras su número se incrementa año tras año, generando una espiral de nuevas necesidades alimentarias.

Para acabar con este sucinto examen de datos, estudios de diferentes universidades mundiales equiparan las emisiones de un perro de tamaño medio a las generadas por un Land Cruiser que recorriera 10.000 km al año, mientras que un gato equivaldría a las de un Golf. El coste de su alimentación, medido en hectáreas de suelo agrícola, sería mayor que el que se necesita para alimentar a un ciudadano africano promedio.

En este sentido, tenemos fuentes de datos para aburrir y no acabar. La idea central no sería otra que la de acabar con el mito de que el consumo y estilo de vida de las clases "super ricas" es el gran responsable del problema de sostenibilidad y cambio climático que nos acecha. 

Por supuesto, a mayor renta, mayor posibilidad de incidencia negativa en la salud del planeta, pero la parte gruesa de la campana de Gauss la formamos ciudadanos como usted o yo, unos 3000 millones de personas con alto consumo de recursos que, en suma, son un problema mayor que el que originan 100 millones de personas super ricas. Insisto: eso no quiere decir que los super ricos no deban rebajar mucho más su consumo que una persona "normal", pero la incidencia global es otra cosa.

Ya concluyendo, en el tema del consumo de recursos y el cambio climático, nos convendría a todos empezar a ver la viga en nuestro ojo y asumir que no todo lo van a arreglar ideologías "guays" que únicamente se atreven a apuntar a culpables claros e inequívocos, como el coche de combustión o la alimentación industrial. Obviamente, son muy responsables del problema pero, al mismo tiempo, es imposible ahora mismo alimentar a toda la población mediante una agricultura artesanal, o desplazar a todos los trabajadores con medios de transporte públicos.

¿Y si empezamos a prescindir de lo realmente prescindible?


PD: sobre los supuestos beneficios psicológicos de las mascotas, las cifras de los estudios más actuales consensúan que, por ejemplo, no es cierto que quien tiene mascota tenga mayor esperanza de vida o seaa menos vulnerable a las infecciones. Tampoco eso supone tener una vida social más o menos completa. Lo que sí está demostrado es que los dueños de mascotas tienden a padecer más problemas de salud mental y mayores niveles de depresión.

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