No solo las automovilísticas europeas siguen desertando hacia China



Sanofi, una de las mayores farmacéuticas francesas, anunció una inversión de 1.000 millones de euros en China para abrir una nueva planta de producción de insulina en Pekín. Este movimiento forma parte de una tendencia creciente donde empresas europeas trasladan su producción a Asia, buscando beneficios económicos y menores costos laborales. Sin embargo, esta decisión subraya las preocupaciones sobre la desindustrialización en Europa, que ve amenazada su capacidad de producción y el empleo local debido a estas transferencias.

De esta manera, desde el primer trimestre de 2023, la inversión europea en China (incluidas las inversiones en nuevas instalaciones y las adquisiciones) ha aumentado de forma rápida y continua, hasta alcanzar los 3.800 millones de euros en el segundo trimestre de 2024.

Un ejemplo sería Bertelsmann Investments, uno de los mayores fondos de capital de riesgo de Alemania, que invertirá 700 millones de dólares en nuevas empresas chinas durante los próximos tres a cinco años, según el presidente ejecutivo Carsten Coesfeld.



El presidente de Sanofi, Frédéric Oudéa, expresó su optimismo respecto al mercado chino y destacó la colaboración con la cadena industrial local. Mientras tanto, la expansión de Sanofi en China coincide con la pérdida de empleos y el cierre de fábricas en Europa, lo que plantea serias dudas sobre la dependencia de las economías extranjeras y la posible vulnerabilidad económica de Europa a largo plazo. La creciente colaboración internacional, si bien beneficiosa, puede estar debilitando la autonomía y la seguridad económica del continente europeo.

Durante la visita de Oudéa a Pekín, se reunió con el ministro chino de Comercio, Wang Wentao, quien destacó las amplias perspectivas de cooperación bilateral. Aunque estos lazos económicos se han ampliado, es crucial que Europa mantenga una base industrial sólida para garantizar su crecimiento sostenible y su independencia económica. Las decisiones empresariales como la de Sanofi, orientadas a la globalización, pueden tener repercusiones negativas significativas para la economía europea en el futuro.

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