¿FCAS, se puede acelerar el proyecto hispano-franco-alemán?



El éxito de ventas del F-35 en todo el mundo se debe, básicamente, a tres razones principales.

En primer lugar, no hay otra alternativa de cazabombardero de sigilo que aúne unos costos de adquisición moderados -por más que el mantenimiento sea abiertamente caro-, una garantía de continuidad en los sistemas y armas embarcables y una garantía de fiabilidad que se sustenta en la fama ganada por anteriores aparatos de Lockheed.

Si bien es cierto que muchos expertos han acentuado los altos costes de mantenimiento de sus sistemas stealth, básicamente de los materiales de absorción que necesitan ser reemplazados prácticamente después de cada misión, y los muchos incidentes informados en su corta vida operativa, tales como incendios, aterrizajes de emergencia, accidentes con pérdida de vidas, defectos en las líneas de combustible, fallos en los sistemas integrados en los cascos.., lo cierto es que no hay alternativas en el mercado con sus características. 

El J-20 no es alternativa ya que es un producto por y para China,  y no sería técnicamente operable en ningún ejército occidental, mientras que Sukhoi tiene una capacidad de producción muy limitada y presenta los mismos problemas de operabilidad. En cualquier caso, están por ver las capacidades reales de estos aparatos si alguna vez operan en otros ejércitos del aire.

La interoperabilidad del F-35 con los sistemas de armas, interdicción y cancelación de la OTAN, le han convertido en un superventas, desde Alemania hasta Japón o desde Grecia hasta el Reino Unido. 

En segundo lugar, han crecido el número de marinas que no cuentan con portaaviones de gran eslora y que han apostado por portaaeronaves de menor envergadura que sean capaces de un despegue STOL, como es el caso, por ejemplo del Reino Unido, Japón o la mismísima España. El F-35 es en esos casos la única solución posible para el reemplazo en muchos casos de los vetustos Harrier.

Y, por último, es sobradamente conocida la capacidad de "persuasión" de los EEUU hacia sus aliados. El conglomerado industrial militar del país es el mayor del mundo y representa una parte importante del PIB norteamericano. De ahí que el inquilino de turno de la Casablanca esté obligado a utilizar todos los medios a su alcance para presionar a muchos estados en favor de su producto estrella.



Mientras tanto, Europa sigue adormecida. 

Francia espoleó a Alemania ya hace más de tres años para dotarse de un cazabombardero furtivo que supusiera evolucionar un peldaño el concepto, más allá del F-35. Se trataría de un sistema basado en una constelación de drones y sistemas embarcados capitaneados por el futuro FCAS, o Future Combat Air System. Más recientemente, España se incorpora al proyecto, lo que significa un alivio financiero para franceses y alemanes.

Paralelamente, y sin tanta publicidad de por medio, el Reino Unido e Italia se embarcan en el diseño de su propio FCAS, el Tempest. Ambos países comparten una avanzada firma de defensa, Leonardo, que complementaría con Rolls Royce para los motores, con BAE Systems y con la europea, de matriz francesa, MBDA para el desarrollo de sistemas de misiles.

Sin embargo, los problemas en el proyecto hispano-franco-alemán no tardan en presentarse. Por un lado, Airbus Alemania y el consorcio que lidera empiezan a quejarse de la preeminencia de las firmas francesas en las licitaciones, especialmente Dassault, MBDA, Safran o Thales. Por otro lado, las empresas francesas empiezan a acusar a las alemanas de espionaje tecnológico y poca voluntad de cooperación. 

Por si fuera poco, empiezan a evidenciarse los mismos problemas que llevaron a Francia a desarrollar el Rafale en solitario hace 30 años. La marina francesa quiere un cazabombardero embarcable en su portaaviones Charles de Gaulle y en su sucesor, que todavía será mayor. Los alemanes y los españoles, en cambio, no parecen dispuestos a costear esa necesidad estrictamente francesa, toda vez que sus marinas nacionales no cuentan con portaaviones. 

En medio de estas pugnas, con un relevo en el gobierno alemán, con las licitaciones en pausa y con el conflicto en Ucrania acuciando, los alemanes deciden apostar por el F-35 para parchear el problema de no contar con un avión capaz de enfrentar futuras amenazas rusas, ya que el Eurofighter ni es stealth ni tampoco puede aspirar a transportar el payload de un cazabombardero capaz.

Mientras tanto, el proyecto italo-británico avanza de manera lenta pero constante y los equipos de desarrollo entran en contacto con los japoneses, quienes también están desarrollando su propio caza sigiloso. En una maniobra muy audaz, se decide la cooperación aunando sendos proyectos. 

Por su parte, Francia sigue evolucionando su Rafale hasta el estándar 4.5, ahora que las exportaciones del aparato están en su momento más dulce, mientras espera que el nuevo gobierno alemán recapacite y decida apostar decididamente por el futuro FCAS. Pero, por si acaso, ya hay fuentes indias que están filtrando contactos para explorar la posibilidad de colaboración con los franceses en el desarrollo de su aparato stealth autóctono. 

Sean o no fiables las fuentes propagadoras de tales rumores, lo cierto es que la francesa Safran, fabricante de motores de aviación, presente en la India desde hace 60 años, ya ha sido virtualmente adjudicada para el desarrollo de uno de los dos motores del futuro FCAS indio. No es de extrañar, ya que las relaciones militares entre Francia y la India están en un buen momento tras la firma los últimos años de jugosos contratos por la venta de submarinos Scorpène y de un buen número de Rafales.

Y si Japón está colaborando ya en el Tempest, ¿no sería la próxima jugada obligada de franceses y españoles apostar por la colaboración con la India? Esto daría un impulso definitivo al proyecto y Alemania se vería obligada a dejar de deshojar la margarita. 

Además, la India sí cuenta, como Francia, con su propio portaaviones que sería el futuro receptor de estos aparatos en un futuro todavía lejano, ya que en la actualidad está terminando el proceso de selección para dotarle de o bien F-18 Superhornet o bien Rafales. 

Es cierto que el proyecto indio está todavía en una fase muy inicial, de esbozo, pero a Francia le convendría otro socio más con aspiraciones a dotarse de un aparato operable desde un gran portaaviones. Para España esto solo sería un handicap puntual, ya que está claro que tarde o temprano acabaremos comprando F-35 para la armada y que los FCAS serían para el ejército del aire. 

Seguiremos atentos a cualquier novedad.

J.A. Reche Glez




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