Incendios en la Amazonía: ¿deberíamos pagar por el oxígeno que consumimos?

¿Estamos realmente dispuestos a implicarnos en la lucha contra el cambio climático? ¿Podemos actuar como consumidores de manera más efectiva que como votantes locales?

La quema descontrolada de superficies forestales en el Brasil, pero también en muchos otros bosques el planeta, se aprovecha de la laxitud o inexistencia de legislación que proteja efectivamente esos espacios. En un planeta con la demografía desbocada -sí, desbocada, por más que nos quieran engañar a este respecto-, la producción de alimentos demanda nuevos espacios para el cultivo. Máxime cuando se están incorporando al consumo de carne y lácteos las clases medias de gigantes superpoblados como China o India.

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En su momento, hubo iniciativas para monetizar y valorizar la fijación de carbono en los bosques y la producción de oxígeno. La primera iniciativa partió del grupo francés PSA, que lanzó una operación a escala planetaria para comprar miles de hectáreas en Brasil y hacer realidad el primer pozo de carbono:

https://www.abc.es/motor/economia/abci-pozo-carbono-peugeot-amazonia-201111140000_noticia.html

De la misma manera, otros proyectos han intentado interesar al público monetarizando en fondos basados en el precio de la tonelada de carbono y, por tanto, el valor de las hectáreas de bosque que mantienen fijado ese carbono:


Y, más recientemente, tras el fracaso en la gestión de los incendios actuales, algunas voces han lanzado la idea de crear un fondo para la lucha contra la deforestación. En concreto, la ministra francesa de ultramar, Annick Girardin, ha encontrado seguidores en los gobiernos de Finlandia o Noruega y el respaldo implícito de Macron, quien ha señalado que la gestión de la Amazonía brasileña debería parecerse a la de la Guayana francesa.

Dejando bien claro que considero a Bolsonaro un sujeto políticamente despreciable y humanamente un personaje abyecto, lo cierto es que Brasil produce aproximadamente el 20% del oxígeno consumido en nuestro planeta, sin sumar ni el 3% de la población mundial. Al mismo tiempo, la renta per cápita de los brasileños no llega ni a los 10.000$.

Seguro que adivináis a dónde quiero llegar... Creo sinceramente que no deja de ser un ejercicio de hipocresía que los ciudadanos de otros países mucho más densamente poblados y con rentas muy superiores estén ahora pidiendo esfuerzos a Brasil para luchar contra la deforestación amazónica. Brasil tiene más derecho a su desarrollo económico y demográfico que la mayor parte de aquellos países que ahora le señalan con el dedo acusador, culpabilizando al país de no preocuparse lo suficiente por el mayor pulmón de nuestro planeta.

Por todo lo dicho, creo que éste sería el momento más oportuno para ir dando forma a un proyecto global que intentara poner precio a las dos commodities esenciales para la vida en la Tierra: agua y oxígeno, oxígeno y agua. De lo contrario, veremos cómo el afán por el consumo y producción de alimentos se encargará de borrar de la faz del planeta la biodiversidad  animal y vegetal de sus selvas tropicales.

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