Pandemias, loterías y estadística (2ª parte de ciudad global y pandemia)

La lotería es una interpolación del azar en el orden del mundo y aceptar errores no es contradecir el azar: es corroborarlo. 
                                                                                    J. L. Borges 


Decía en mi anterior publicación "Ciudad global y pandemias" que la urbanización masiva y global, sumada a la ubicuidad que nos proporciona el aumento desmesurado del transporte de viajeros (ciudadanos globales) habían socavado las barreras que históricamente evitaban, las más de las veces, que las epidemias evolucionaran para convertirse en pandemias.

Ahora bien; sabemos que el Imperio Romano, China, Persia..., todos los grandes conjuntos políticos tuvieron sus epidemias y -para ellos- no fueron distintos a una pandemia, toda vez que el mundo no es más que aquello que uno conoce y le condiciona.



Si bien las antiguas pestes o fiebres fueron, a su modo, también pandemias, lo que las hace diferentes a nuestros ojos no es más que el hecho de que se cernieron sobre una humanidad desvalida, sin apenas conocimientos médicos comparables a la gran ciencia de nuestros días. Eso y que su redundancia se produjo en períodos de tiempo históricos, es decir, muy espaciados.

Nosotros, sin embargo, hemos visto cómo en el último medio siglo, la variedad y frecuencia de los azotes víricos nos amenazaban con una insistencia que dejaba entrever la fragilidad creciente de nuestra civilización.

Urbanización creciente y distancias menguantes en tiempo y coste pueden explicar una parte del problema. Como dice el especialista Irwin Redlener, el mundo global favorece que una pequeña hoguera en un poblado acabe siendo un incendio masivo,   pero...

Hay quien dice que la humanidad se divide en dos tipos de individuos: los que saben de estadística y los que compran lotería. Y debe ser cierto si uno participa voluntariamente en ese tipo de sorteos. 

Pero como nos contaba Borges en La Lotería en Babilonia, hay sorteos que incluyen a todo el mundo, como es éste de las pandemias. Y, en este punto, lotería y estadística se correlacionan perfectamente.

Simon Parkin escribía en 2018:

"Si un corredor de apuestas tuviera que estimar las probabilidades sobre qué evento apocalíptico es más probable que elimine la raza humana, una pandemia tendría más probabilidades que cualquier ataque nuclear, alzamiento de robots o asteroide."


Por decirlo de manera concisa, hoy existen las mismas posibilidades  que hace 10.000 años de que un gran asteroide colisione con la Tierra. No se puede afirmar lo mismo de un ataque nuclear, ya que el armamento nuclear sigue incrementándose año tras año. 

En el caso de la pandemia, intentaré ser todavía más conciso: en tiempos del Imperio romano el orbe terráqueo contaba con menos de 300 millones de habitantes. Por lo dicho en mi anterior artículo, la escasa urbanización y concentración demográfica, unida a la precariedad de las comunicaciones, actuaban como atenuante de una posible pandemia, pero el hecho fundamental, la principal cortapisa a un brote pandémico era, como siempre, una cuestión estadística. Simplemente, la eventualidad de infección de alguno de esos 300 millones de habitantes era claramente inferior que la de los casi 8.000 millones que habitamos ahora el planeta.

Future Population Growth - Our World in Data

Y es que sólo en los últimos diez años, la humanidad ha comprado 1.000 millones de números de lotería en el gran sorteo de las posibilidades de infección. Y si lo referimos a los últimos cincuenta años, hemos más que doblado las posibilidades de infectarnos con virus con los que había posibilidades remotas de contacto en la Antigüedad.

Me viene pues a la cabeza que Poincaré, el de la conjetura, decía aquello de que el azar no prueba otra cosa que la ignorancia del hombre (y de la mujer, supongo).

M. Pérez Luna

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